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jueves, 2 de julio de 2020

"Historias de Cuarentena": De las cosas buenas de la pandemia

 Las crisis generan cosas buenas, “Historias de cuarentena” es una muestra de ello, la serie dirigida por Nicolás Alemparte, registrada íntegramente de manera remota, fue el primer producto de ficción local generado en medio de la crisis sanitaria por COVID – 19, por lo que hay que destacar la inmediatez y rápida reacción del área dramática de Mega encabezada por María Eugenia Rencoret para levantar un creativo proyecto en condiciones extraordinarias y de gran calidad, significando un cambio en sus producciones, más aún poque lejos de ser un programa parche, HDC fue una gran alternativa audiovisual.

 La trama que desentraña las historias de un psicólogo clínico que intenta ayudar de manera remota a sus pacientes enfrentados al temor y los cambios que generan la pandemia, sorteando en paralelo sus propios dramas, tiene una base estructural muy similar a la israelí “BeTipul”, masificada en la versión estadounidense “In Treatment” que tuvo una adaptación nacional llamada “En Terapia” (Movistar Series) pero con el sello único de su creador, Rodrigo Cuevas (Los 80), quien nuevamente estampa un reflejo de la realidad, con crítica social e identificación desde las emociones.
  
 El guion de Cuevas y José Fonseca mostró un amplio abanico de atractivas historias de cuarentena, sin limitantes en clases sociales ni edades, alejándose de algunos estereotipos como el caso de María Jesús (Constanza Mackenna) una mujer de clase acomodada que sufre violencia intrafamiliar, realidad que se asocia más a sectores populares. Mostrando la actual crisis, como la de Toño (Fernando Godoy) el emprendedor que lo perdió todo y que desde su discurso salen grandes críticas sociales, la de Marta (Carmen Disa Gutiérrez) una vecina que se expone para realizar ollas comunes cuestionando el sistema y su entorno, Fernanda (Ingrid Cruz) una profesora que es el soporte emocional de su familia y sus alumnos mientras carga con la angustia de un padre en la UCI: Mateo (Simón Beltrán) que desde su visión de niño muestra sus miedos y angustias; También la poca comunicación de distintas parejas, incluyendo la de Pablo (Francisco Melo) el protagonista y mediador de estas historias que ayuda desde su función a superar las crisis matrimoniales sin notar la existente en su propia relación con Carolina (Daniela Lhorente) mostrando una fragilidad y humanidad a su rol, dando paso a una atracción amorosa entre él y Lorena (Paola Volpato), una de sus pacientes y exponente de la llamada primera línea de esta pandemia.
  
 La edición de Nelson Valdés y César Soto, junto a la musicalización de Marcelo Sepúlveda y Mario Salinas, logran la atmósfera necesaria para profundizar en las emociones que con maestría interpretaron los actores, que dicho sea, tuvo un excelente casting. Fernanda Ramírez se lució como la desagradable Maca; En solo minutos en pantalla Ingrid Cruz logró emocionarnos, demostrando, una vez más, el enorme talento actoral que posee, mismo caso con María Elena Duvauchelle, quien pasaba de la comedia al drama con la sutileza que solo grandes intérpretes como ella logran. Excelente matiz el incorporar a Máx Salgado (Diego), rostro nuevo en la producciones de Mega y desde luego destacar a la dupla Melo-Volpato, que desde la distancia generan la complicidad necesaria para hacernos partícipe de su historia.
  
 Lamentable su cambio de horario, lamentable que fuese tan corta, destacable el esfuerzo por sacarla adelante, por colocar temas que nos representan, por generar una producción que logra una empatía con el público, que sintoniza con lo que está pasando el espectador, algo poco usual, por eso el gran valor de esta serie que fue poco pretenciosa, muy real y cercana.

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